Nova Atlántida se define como «ciudad turística residencial«; yo la definiría como una especie de Marina D’Or a lo grande: sus 32 kilómetros cuadrados de superficie convierten a Nova Atlántida en el mayor complejo turístico del mundo. Situado en el término de Itapipoca, en el estado de Ceará, el complejo contará con 30 hoteles de lujo, varias zonas residenciales y siete campos de golf. La elección del lugar no ha sido casual; Itapipoca, en la costa norte brasileña, disfruta de un clima tropicas en un entorno paradisíaco, y el aeropuerto más cercano, el de Fortaleza, está a 3 horas de Río de Janeiro, a 5 horas y media de Miami, a 6 horas de Nueva York o Buenos Aires, a 7 horas de Madrid, a 7 horas y media de Londres y a 8 horas de París y Roma.
La primera fase del proyecto, ya en ejecución, supondrá la apertura de instalaciones como el Nova Fenicia Palace Hotel & Resort, el Nova Polinesia Palace Hotel & Resort, el World Golf Center Hotel & Resort o el Ibiza Atlántida Hotel & Resort, entre otras. Cada uno de estos complejos funcionará de forma autónoma, aunque contará con zonas abiertas al público en general; el objetivo de los impulsores del proyecto es recrear el mundo a pequeña escala.
Más allá de los datos concretos, que pueden consultarse en la página oficial de Nova Atlántida, me sorprende la proliferación de proyectos similares; recuerdo, de memoria y sin salir de España, Gran Scala (definido en su momento como «Las Vegas en Los Monegros«) o El Reino de Don Quijote (en Ciudad Real). ¿Qué futuro tienen estos proyetos? ¿Habrá sitio para todos? ¿Hasta qué punto resulta sostenible que cada país cuente con los dos mega-complejos más espectaculares del mundo?