Contra la crisis, turismo lento

Hace algo más de un año que comentábamos en Billete de ida una de las tendencias apuntadas en WTM 2007, el denominado «turismo lento«, cuyas características permiten intuir que puede experimentar una demanda creciente en tiempos de crisis.

El turismo lento surgió en la década de los 80 del pasado siglo como una apuesta por recuperar el arte de viajar sin prisa. Detrás de esta apuesta existe toda una filosofía que incluye la defensa de la diversidad cultural como recurso turístico de primer orden y que invita a descubrir y conocer el destino elegido para nuestras vacaciones en lugar de conformarnos con una visita, con otra muesca en nuestro cuaderno de viaje.

El turismo lento rompe muchos de los moldes impuestos por las agencias de viajes y aceptados sin discusión por los turistas: pequeñas ciudades frente a las capitales mundiales, culturas locales frente a la cultura uniformadora, improvisación frente a paquetes cuadriculados, integración frente a contemplación.

En su día hablábamos de 5 ciudades que a priori ideales para apostar por el turismo lento: Astorga, Medinaceli, Mérida, Sigüenza y Tarazona. Hoy añadimos a la lista Tui y Ripoll. Cualquiera de estas siete alternativas (y las que nos dejamos en el tintero) ofrece suficientes motivos para realizar una visita de varios días, incluso de una semana, y disfrutar de la rica gastronomía local, recorrer sus calles y empaparse de su ritmo de vida pausado, conocer las comarcas vecinas descubriendo paisajes y parajes insospechados y libres de turistas, etc. Y todo a unos precios para todos los públicos. Lo dicho, contra la crisis, turismo lento.

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